365 días después

Hoy se cumple exactamente un año desde que impartimos, por última vez, una clase presencial. Quiero aprovechar este aniversario para registrar por escrito y para la posteridad algunas de las anécdotas y experiencias que, desde mi punto de vista, mejor resumen la manera en la que hemos surfeado la pandemia en la ECMH.

EN POCOS MINUTOS ESTÁBAMOS LISTOS

El miércoles 11 de marzo de 2020, cerca de las cinco de la tarde, el Presidente de la República hacía oficial la suspensión de clases para todos los niveles (entre otras medidas) a partir de ese momento y por veintiún días. Unos minutos después de las seis, desde la Escuela informábamos a docentes y estudiantes que las clases comenzarían a impartirse a través de Zoom a partir del lunes 16 de marzo (los días 12 y 13 estaban programadas presentaciones de casos, así es que no había clases). El comunicado que enviamos a los profesores contenía enlaces a video tutoriales que habíamos producido acerca del uso de Zoom y Moodle. También se les informaba que, a partir del lunes 16, todas las secciones estarían programadas en esas plataformas. Gracias a estas medidas, el lunes arrancamos en el formato virtual sin mayores contratiempos.

La rapidez con la que organizamos la continuidad de los procesos educativos y lo comunicamos a alumnos y docentes es algo que toda nuestra comunidad, incluidos los padres y madres de familia, destacan con orgullo. Hoy, un año después, les cuento por qué y cómo lo logramos.

El lunes 9 de marzo, luego de leer varias noticias sobre el cierre de universidades en otros países, decidimos comenzar a trabajar en un plan de acción ante la inminente llegada del virus a nuestras tierras. Sabíamos que, eventualmente, el gobierno decretaría una suspensión de clases presenciales, por lo que teníamos que prepararnos con anticipación. Al día siguiente, por la mañana, dimos forma a un plan que contenía estas líneas generales:

  1. Solicitar a los docentes que, a partir de la siguiente semana, impartieran algunas de sus clases de forma virtual, con el propósito de que se fueran familiarizando con el formato. La idea era comenzar a experimentar las clases a distancia.
  2. Proceder a la incorporación de todas las secciones a Moodle a partir del lunes 16.
  3. Producir videos tutoriales y generar espacios de capacitación en estas plataformas.
  4. Adquirir más licencias de Zoom. Cabe destacar que desde el 2019 habíamos decidido utilizar esta plataforma para algunos encuentros virtuales y contábamos con un poco de experiencia.

El 11 de marzo, mientras el gobierno notificaba el cierre de escuelas y universidades, nosotros estábamos revisando el borrador del comunicado que enviaríamos a profesores y alumnos al final de ese día, informando sobre la posibilidad de tener clases virtuales a partir de la siguiente semana. Cuando escuchamos el anuncio concreto por parte del Presidente, solo tuvimos que modificar algunas oraciones del texto para enviarlo. El plan piloto que teníamos programado se transformaría en la nueva realidad, pero ya todo el back office necesario se encontraba bastante encaminado. Fue así como reaccionamos tan rápido.

No quiero cerrar este punto sin antes destacar que lo que verdaderamente hizo posible que este plan se volviera una realidad en los siguientes días fue el entusiasmo y determinación que todos nuestros docentes mostraron. Trasladar las clases repentinamente al formato virtual no es una tarea sencilla. Implica tiempo, pero, sobre todo, compromiso por aprender y hacer las cosas bien. Y en eso, nadie supera a los profesores de la ECMH.

ANTE LA INCERTIDUMBRE: A INNOVAR

La incertidumbre de las siguientes semanas fue grande, en todos los niveles y ámbitos. En lo que a nosotros nos concernía, la gran pregunta era cuándo regresaríamos clases. Lejos de esperar una respuesta a esta pregunta (que finalmente llegó 364 días después), decidimos asumir que la virtualidad seguiría siendo el entorno educativo por los próximos meses. Esto implicaba que teníamos que hacer ajustes, tomar medias, crear nuevos espacios, hacer desarrollos tecnológicos, en fin, una gran cantidad de tareas. Para enfrentarlas, recondujimos una iniciativa interna que ya venía trabando el equipo de Syncros y que consistía en un programa de innovación para nuestros equipos. Como parte de dicho programa, se establecerían grupos de trabajo para abordar mejoras en diferentes servicios. Lo que hicimos fue seleccionar nuevos retos de innovación, vinculados a la realidad que estábamos viviendo, y conformar equipos multidisciplinarios que trabajaría durante doce semanas en la propuesta y ejecución de soluciones a los retos.

Fue así como, de abril a junio, veintiséis colaboradores de la Escuela de diversas áreas, divididos en cuatro equipos, desarrollaron más de diez iniciativas que fueron implementadas casi de inmediato. Los miembros más cercanos de nuestra comunidad podrán reconocer fácilmente algunas de ellas: guías para el uso de Moodle, el sistema de gestión a través de tickets electrónicos, el espacio virtual de aprendizaje (EVA) para docentes, los eventos “Zoombies en la Kravetz”, las charlas “Las esenciales”, dirigidas a los padres de los estudiantes, entre otras.

Esta experiencia, sin duda, unió aún más a los colaboradores de la Escuela y nos demostró la importancia de trabajar los procesos de innovación en equipos multidisciplinarios, acompañados de guías metodológicas concretas.

LA PRINCIPAL DIRECTRIZ FUE NO DETENERNOS

Ante un escenario incierto, la tendencia de muchos puede ser la parálisis o la especulación excesiva. En la Escuela, si algo tuvimos siempre claro fue que nada nos detendría y que nuestra promesa de ofrecer experiencias de aprendizaje significativas sería honrada, independientemente de las circunstancias. Fue así como el equipo académico rediseñó las instancias institucionales más representativas de la Escuela para adecuarlas a la virtualidad: 4Real, Puerto Naranja, la Semana Mónica Herrera, los casos del ciclo 2, la feria empresarial y otras más, se desarrollaron exitosamente en plataformas digitales. Ya en 2021, Puerto Limón y los casos del primer semestre cerraron un año calendario en el que el “aprender haciendo” se vivió de forma no presencial.

El único “puerto” que decidimos postergar (no suspender) fue Ciudad Verde para los egresados en 2020. La naturaleza de esta actividad y lo memorable que resulta para quienes la viven, nos hizo trasladarla para 2021. Confiamos en llevarla adelante en las próximas semanas.

EL VALOR DE LA COMUNIDAD

En un post anterior destaqué que las experiencias ex aula y las relaciones interpersonales que se construyen en el paso por la educación superior son, muchas veces, más valiosas para la vida que lo aprendido en las clases. Ir a la universidad es formar parte de una comunidad con intereses y memorias compartidas. Los conocimientos adquiridos en las aulas pierden vigencia, pero la comunidad permanece en el tiempo y se enriquece con el paso de los años. La pandemia nos permitió ampliar y consolidar nuestra comunidad. Esto es, quizás, lo más importante que nos queda.

Para ampliar y consolidar la comunidad ECMH hicimos varias cosas. Una de ellas fue desarrollar nuevos canales de comunicación para compartir con más personas lo que pensamos y hacemos en la Escuela. En esta línea, lanzamos el podcast “La Monicósfera”, que comenzó a planificarse y a tomar forma durante la semana que arrancaron las clases virtuales (una año después, se han producido 20 episodios). Otro ejemplo es “Las esenciales”, que nacen al darnos cuenta que el confinamiento provocó que muchos padres de familia se interesaran más en los estudios de sus hijos, al grado de participar en sus sesiones de Zoom. Para estrechar los lazos con ellos también les enviamos comunicados sobre las medidas y acciones que tomamos en diferentes momentos.

En este periodo estrenamos también el boletín “Alumni news”, dirigido a los ex alumnos, y dimos un paso que yo, personalmente, jamás imaginé que apoyaría: crear un grupo de WhatsApp con los profesores. Esto último ha sido una experiencia sumamente divertida, aunque confieso que, al inicio, me generaba un poco de estrés.

En cuanto a los estudiantes actuales, la mayor evidencia de un fortalecimiento de la comunidad fue durante la tormenta que azotó al país a finales de mayo. Los efectos acumulados de la pandemia y lo apremiante de la emergencia por la tormenta tropical Amanda hicieron que diferentes grupos se organizaran para apoyar a quienes más lo necesitaban, incluido el personal de servicio de la Escuela.

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En fin, hay tantas cosas que contar. Podría escribir varios párrafos más acerca de lo vivido durante este año y, seguramente, dejaría cosas importantes por fuera. Lo importante, al final, es identificar una constante en todo lo que nos ha sucedido y ésa ha sido la capacidad de aprender y vencer el miedo de todos los que conformamos la familia ECMH. Es con lo que me quedo y lo que me inspira para el futuro.

Federico Harrison

Rector de la Escuela de Comunicación Mónica Herrera. ECMH alumni

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