Hablando sobre publicidad con mi hija de 7 años

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Hace unas semanas, mientras llevaba a mi hija al colegio, escuchamos por la radio el comercial de una marca que maneja un importante presupuesto publicitario (me ahorro el nombre porque el caso que expondré no es exclusivo de esta marca). En este comercial, la marca se jacta con mucho orgullo de haber mejorado la calidad de vida de los habitantes del país. Yo le puse poca atención (lo he escuchado ya cientos de veces), pero para mi hija no pasó desapercibido e inició una breve pero ilustrativa conversación:

 

Ella: Papi, qué exagerados esos de [la marca].

Yo: ¿Por qué?

Ella: Dicen que mejoraron mi vida. Ello no han mejorado mi vida…no me han mejorado nada.

Yo (asumiendo el tono de padre educador): Es cierto. A veces exageran.

Ella: Sí, y yo soy buena para detectar esas cosas.

Yo (continuando con mi tono educador): Algunas veces quienes se anuncian en radio o en televisión dicen mentiras para que les compremos lo que venden. Hay que tener cuidado.

Ella: Y lo peor es que piensan que no nos damos cuenta.

 

Conclusiones de la plática:

  1. Soy un padre orgulloso.
  2. La publicidad ya no engaña a nadie.
  3. Es necesario que nos preguntemos qué debe hacer la publicidad para no ser percibida como un intento de engaño permanente.

 

Federico Harrison

Rector de la Escuela de Comunicación Mónica Herrera. ECMH alumni

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