Presidente, ciudadanos y apriorismos

El apriorismo es un recurso utilizado por las ciencias para el desarrollo de programas de investigación de diversa índole. Como su nombre lo sugiere, se basa en juicios o conocimientos a priori, que son aquellos que pueden formularse independientemente de la experiencia. En términos prácticos, se utiliza en casos en los que es innecesario o imposible construir una prueba empírica o como parte de un testeo indirecto.

Los juicios a priori se basan en la formulación de axiomas: proposiciones evidentes que no necesitan demostración y que son, en muchos casos, producto de deducciones lógicas.  Es común en ciencias como la economía el uso de axiomas como punto de partida de análisis e investigaciones. Aquí dos ejemplos de axiomas económicos:

Toda acción humana implica la satisfacción de necesidades prioritarias utilizando los medios que mejor conduzcan al fin.

Toda acción implica el acto de valoración, esto es, el acto de elección entre a y b de acuerdo a criterios subetivos.

 

Apriorismos en la política salvadoreña

A juzgar por su naturaleza y posibles consecuencias, me temo que la relación entre el Presidente de El Salvador y la ciudadanía (dentro de la que incluyo a los medios de comunicación, para efectos de simplificar el caso) se está llenando de apriorismos nada edificantes.

Al menos así me lo pareció en los días previos, durante y horas después de la conferencia de prensa que el Presidente Funes ofreció el día miércoles 28 de marzo, en la que se abordaron temas de gran interés nacional como el supuesto pacto entre las pandillas, la elección de magistrados para la Corte Suprema de Justicia y los resultados de las últimas elecciones.

Procedo a exponer algunos hechos que los ciudadanos sabíamos, a priori, que ocurrirían, no sin antes aclarar (1) que con el propósito de ilustrar la situación hago algunas generalizaciones poco rigurosas y (2) que evidentemente hay un sesgo natural producto de mis grupos de referencia particulares:

1. Sabíamos que la conferencia iniciaría con por lo menos una hora de retraso. Así sucedió.

2. Sabíamos que el Presidente negaría que hubo una negociación con las pandillas y que la mayoría no creería sus argumentos.

3. Sabíamos que el Presidente se enojaría ante las preguntas de algunos periodistas y procedería a regañarlos. Así sucedió.

4. Sabíamos que la empresa privada no confiaría en los planes del gobierno y que el Presidente criticaría esa falta de confianza.

5. Sabíamos que el Presidente no asumiría ningún tipo de responsabilidad por los resultados de su partido en las pasadas elecciones.

En fin, parafraseando a García Márquez bien podríamos hablar de la “Crónica de una conferencia anunciada”.

El problema con estos juicios a priori es que no son el producto de axiomas deducidos lógicamente del comportamiento humano, sino más bien el producto de una comunicación patológica entre el Presidente y la ciudadanía.

 

La comunicación patológica

En las ciencias de la comunicación también contamos con algunas construcciones axiomáticas de las que podemos echar mano parar el análisis e interpretación de las interacciones entre las personas. Por ejemplo, los axiomas desarrollados por Paul Watzlawick, que forman parte del cuerpo teórico del enfoque interaccional de la comunicación.

Uno de estos axiomas es la ‘puntuación de la secuencia de hechos’, que se refiere al proceso y las convenciones  que permiten “a los comunicantes establecer entre ellos ciertos patrones de intercambio, (…), que les permita organizar sus propios comportamientos y el de los demás” (López, et al., 2009, p. 181). En otras palabras todos establecemos, en conjunto con quienes nos comunicamos, cuáles son los patrones que regirán nuestras interacciones.

Distorsiones en éste y otros axiomas pueden producir consecuencias en la conducta que corresponden a psicopatologías. En el caso del axioma que nos ocupa, es posible que los participantes discrepen acerca de cuál es la causa y cuál el efecto de una distorsión en su relación, cuando en realidad ninguno lo es debido a la circularidad de la acción (Watzlawick, et al., 1993). El ejemplo clásico para ilustrar esta patología es el del esposo que es alcohólico porque su mujer lo maltrata, quien a su vez lo maltrata debido a su alcoholismo, configurando un círculo vicioso que produce una profecía autocumplida: “conducta que provoca en los demás la reacción frente a la cual esa conducta sería una reacción apropiada (…) Lo que caracteriza la secuencia y la convierte en un problema de puntuación es que el individuo considera que él sólo está reaccionando ante esas actitudes, y no que las provoca” (Watzlawick, et al., 1993, p. 96).

 

Soluciones a esta situación

Regresando al caso de la relación entre el Presidente y la ciudadanía, parece evidente que se ha entrado en una dinámica circular de relaciones causa – efecto, que provoca un estancamiento en las conversaciones en las que debería sustentarse el progreso del país. En vez de movernos en una dirección estamos dibujando círculos en el mismo lugar.

A estas alturas resulta estéril tratar de dilucidar qué fue lo que nos llevó a esta situación. Lo que sí vale la pena hacer es reconocer y asumir la responsabilidad de cada una de las partes.

Eso sí, por exposición, funciones y jerarquía, es el Presidente el llamado a romper el círculo vicioso e iniciar el camino por el que el país ha de transitar. Al resto nos toca actuar con madurez y actitud constructiva.

 

Fuentes bibliográficas

López, A., Parada, A. & Simonetti, F., 2009. PSICOLOGÍA DE LA COMUNICACIÓN. Santiago: Ediciones Universidad Católica de Chile.

Watzlawick, P., Beavin, J. & Jackson, D. D., 1993. TEORÍA DE LA COMUNICACIÓN HUMANA. Barcelona: Herder.

Federico Harrison

Rector de la Escuela de Comunicación Mónica Herrera. ECMH alumni

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