La importancia de saber #DóndeEstáLucas

 

Hace unos días enviamos a los estudiantes de la ECMH un video con mensajes de miembros del staff administrativo y de servicios que expresaban lo que todos en la Escuela sentimos: que, después de ocho semanas de cuarentena, extrañamos vernos en persona. Lo que sucedió en los siguientes días nos dejó una importante lección sobre el verdadero valor de la educación superior que me parece oportuno compartir en este espacio. Intentaré, primero, resumir los hechos. Luego paso a las lecciones.

LA HISTORIA

Enviamos el video en cuestión por correo electrónico porque consideramos que se trataba de una comunicación interna que interesaba únicamente a nuestros estudiantes, pero resultó no ser así. Algunos alumnos comenzaron a compartirlo en Twitter y por esa vía llegó rápidamente a los ex alumnos y los profesores. En general, todos los que tenemos algo que ver con la ECMH nos sentimos conmovidos por los mensajes.

 

Pero pronto saltó una voz de alarma: ¡¡¡LUCAS NO APARECE EN EL VIDEO!!!

 

(Este “entre paréntesis” es para quienes no conocen a Lucas. Se trata de un colaborador a quien alumnos, ex alumnos, profesores y compañeros de trabajo tenemos un cariño especial. Lucas es amigo de todos en la Escuela. Su sencillez, su permanente disposición a colaborar, su genuino sentido del humor y sus ocurrencias han sido parte de la ECMH por trece años. Muchos ex alumnos guardan como un recuerdo valioso alguna ocasión en la que Lucas los regañó por algo. Y más de algún profesor también tiene una llamada de atención en su conciencia.)

Vistas las emociones positivas que el video generó y la expectativa por la ausencia de Lucas (que se debió a un problema logístico para grabar su video), decidimos aprovechar la situación para generar conversaciones en redes sociales entre los miembros de nuestra comunidad. Consideramos oportuno hacerlo porque el distanciamiento físico impuesto por el COVID-19 nos ha hecho apreciar, cada vez más, algo que pocas veces destacamos de la educación superior: el valor de la comunidad. Más adelante volveré a esta idea.

Para provocar estas conversaciones utilizamos la cuenta tuitera de Peters, un mítico personaje que todo graduado de la Escuela conoce. (Bueno, en realidad nadie lo conoce personalmente, pero todos los que han pasado por un Puerto Naranja saben quién es él). Peters se introdujo en la conversación de un grupo de ex alumnos y retomó el hashtag #DóndeEstáLucas que uno de ellos había utilizado. En pocas horas, esta etiqueta se había convertido en tendencia en el país. Personas totalmente ajenas a la ECMH entraron al juego y comenzaron a preguntarse #DóndeEstáLucas. Varios fuimos contactados por amigos y conocidos que nos preguntaron de quién hablábamos y si el famoso Lucas se encontraba bien.

Como un apoyo a lo que ya era un “movimiento nacional”, la cuenta de Instagram de la Escuela recopiló fotografías de ex alumnos con Lucas que estos estaban publicando en Twitter. Todo esto sucedió el jueves 7 de mayo.

La mañana siguiente, para continuar con la dinámica, Peters introdujo la etiqueta #AparecióLucas para anunciar que, por la tarde, habría noticias sobre su paradero. Para ese entonces circulaba ya una buena cantidad de montajes fotográficos, pequeños videos y memes sobre el paradero de Lucas. El storytelling transmediático continuaría el resto del día, haciendo que #AparecióLucas también llegara ser tendencia en el país. Pasadas las 4:00 pm, Peters publicó un video en el que Lucas envía un mensaje a nuestra comunidad. (Vale aclarar que nuestro amigo se encuentra bien, con salud.) La conversación se mantuvo activa hasta el día siguiente.

 

LAS REFLEXIONES

Lo importante ahora es pasar la página de lo anecdótico para extraer lecciones de fondo que puedan iluminar la transformación que el contexto nos está exigiendo. Las instituciones de educación superior nos encontramos, al igual que la mayor parte de los sectores económicos, haciendo frente a los impactos de esta pandemia con los recursos que ya disponíamos y priorizando el corto plazo. Para las universidades, estos recursos son profesores con experiencia en dar clases presenciales y programas de estudio que fueron diseñados para impartirse cara a cara. Ambos recursos se han montado en plataformas tecnológicas para cumplir una meta de corto plazo: completar el semestre de clases de jóvenes que no se inscribieron en la universidad para estudiar en línea. (Algunos de estos temas y otros relacionados se desarrollaron de manera interesante en este foro.)

Debo decir que me parece que, al menos en el caso de la ECMH y dadas las circunstancias, lo hemos hecho bien. Pero lo que hasta ahora ha sido un plan de contingencia tiene que transformarse pronto en un modelo que responda a un nuevo contexto que, además, es totalmente incierto.

Hay muchas dudas acerca de la efectividad de la educación en línea en comparación con la presencial. Así nos los han hecho ver estudiantes y padres de familia. Esta preocupación es entendible y debemos prestarle atención, pero me parece que se basa en una premisa débil: que el aprendizaje sucede principalmente dentro de un aula (sea física o virtual). Eso no necesariamente es así.

Hace casi un año publicamos los “postulados de identidad” de la Escuela en un intento por plasmar por escrito los “principios y compromisos que nos caracterizan y diferencian como institución educativa, confiriéndonos nuestra individualidad”. Estos postulados resultaron, principalmente, de largas conversaciones con ex alumnos alrededor de una pregunta central: ¿qué impacto tuvo la Escuela en tu desarrollo personal y profesional? Las respuestas a esta interrogante se basaban, sobre todo, en aprendizajes adquiridos fuera del ámbito convencional de una clase. Las experiencias ex aula y las relaciones interpersonales (con compañeros, profesores, personal administrativo) resultaban más importantes que los contenidos impartidos los profesores. Es por este motivo que uno de los postulados dice así:

Un ambiente familiar y acogedor es esencial para que sucedan aprendizajes significativos. En la cotidianidad de la Escuela se entrelazan rituales, historias y creencias comunes que permean en el tiempo, y en los que cada actor aporta lo mejor de sí mismo en beneficio de la comunidad. La cercanía e interacción en un ambiente seguro y diverso son centrales para el proceso de aprendizaje.

Llevada al cuestionamiento sobre la efectividad de la educación en línea, esta idea nos sugiere que es necesario que comencemos a ver más allá del aula virtual. Hay que reconocer que el valor de la educación superior –por lo menos en el pre grado– es el resultado de la combinación de múltiples factores, siendo uno de los más importantes la comunidad que se construye y que permite adquirir aprendizajes valiosos para la vida cotidiana. Y aquí es donde entra en juego Lucas, en representación del resto del personal de apoyo de la Escuela.

Lo que la historia de #DóndeEstáLucas y #AparecióLucas nos deja es la confirmación de que ir a la universidad es mucho más que entrar a clases. Es formar parte de “algo”, es hacer amigos, reír, llorar, desvelarse, sorprenderse, conocerse … es aprender a vivir. Es valorar a Lucas.

LA CONCLUSIÓN

En esta coyuntura las universidades debemos ocuparnos de la calidad de las clases que se imparten remotamente, pero es más importante que comencemos a rediseñar toda la experiencia que significa, para un joven, ir a la universidad. O, mejor dicho, vivir la universidad.

La realidad es que no sabemos si en el corto plazo podremos regresar al formato presencial de toda la vida. Es posible que, aunque eventualmente lo podamos hacer, nos demos cuenta que una combinación de lo físico y lo virtual es lo más efectivo. No lo sé. Lo que sí sé es que, independientemente del formato del aula, los estudiantes seguirán valorando la educación superior por las experiencias que los hacen crecer como personas y como profesionales. Y esas experiencias, muchas veces, son el resultado de una plática de pasillo con don Lucas. La comunidad ECMH lo tiene claro.

Federico Harrison

Rector de la Escuela de Comunicación Mónica Herrera. ECMH alumni

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