Socialismo, capitalismo y la necesidad de un buen diccionario
Hace unos días el diccionario Merriam-Webster publicó el listado de las palabras más buscadas durante el 2012 en su sitio web. El primer lugar fue compartido por estos dos términos: SOCIALISMO y CAPITALISMO. De acuerdo con dicho sitio, el interés por estas palabras es consecuencia de la campaña presidencia de EEUU, produciéndose los mayores niveles de búsqueda durante las coberturas de las discusiones por el sistema de salud y después de cada uno de los debates entre los candidatos. La quinta palabra más buscada fue ‘democracia’.
No sé si es común que los periodos electorales despierten en la gente – de EEUU o de cualquier otro país – la curiosidad por enterarse qué significan exactamente socialismo y capitalismo. Lo que sí sé es que este hecho pone de manifiesto un problema de fondo en muchas regiones del mundo (o tal vez en todas): la falta de comunicación entre los políticos y los ciudadanos.
La pregunta que surge de todo esto es contundente: ¿Por qué las personas debemos recurrir al diccionario cuando hablan los políticos?
Puede ser porque los políticos no hablan bien; no utilizan los términos correctamente. Bastan unos minutos de investigación por la web revisando las diferentes miradas sobre el socialismo y el capitalismo para darse cuenta que en política se suele hacer un uso equivocado de estos términos, acomodándolos a conveniencia a la argumentación o arenga.
O puede ser porque a los políticos les interesa que “sintamos” y no que “pensemos”. Eso explica que las campañas electorales y la comunicación política en general se basen en consignas y, por lo tanto, las palabras son más valiosas por cómo suenan que por lo que realmente significan. De ahí que conceptos como propaganda, en el sentido que le daba Hitler, o masa, en la acepción original de Gustave Le Bon, sigan teniendo tanta vigencia como hace cien años.
Independientemente de las razones, es claro que los ciudadanos no compartimos los mismos significados que los políticos y que, por lo tanto, estamos frente a un serio problema de comunicación; como también es claro que este problema no será solucionado por quienes detenten o persiguen el poder, sino por todos aquellos que corremos al diccionario o a los libros (físicos o electrónicos, da lo mismo) cuando no entendemos algo. Si lo hiciéramos con más frecuencia, tal vez las cosas mejorarían.
Federico Harrison
Rector de la Escuela de Comunicación Mónica Herrera. ECMH alumni
Queda entonces planteada la necesidad porque los diccionarios sean más enciclopédicos para poder desarrollar más las definiciones profundizando en los significados y en los orígenes de las palabras y adentrándose en el desarrollo y transformación que las mismas sufren en el tiempo. Interesante propuesta de Federico y tal vez debiéramos hacerla ·”subir” a esferas más académicas y más incidentes en el mundo de las comunicaciones.
Pero más que modificar los diccionarios, de lo que se trata es de “desenmascarar” el uso equivocado y malintencionado que se hace de los conceptos. Como alguna vez lo hemos conversado, la corrupción surge del desorden y del caos, y esto sin duda también aplica al desorden y caos semántico.
“Confunde y triunfarás” parece ser la consigna de moda.
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