Ya viene la Tempestad
¿Marketing Político o Propaganda?
Estamos a pocos días de recibir una gran tormenta, más fuerte que la DT12 que nos azotó por 11 días con torrenciales lluvias que no cedieron. Esta tormenta que se avecina, la cual llamaremos M11 para andar en la jugada climática, es una tempestad de propaganda electoral que por cuatro meses nos inundará la existencia hasta el 11 de marzo, día de las elecciones para alcaldes y diputados. Una “fiesta cívica” multicolor, con pinta y pega, camisetas, gorras, brazaletes, mitines, perifoneo, anuncios en prensa-radio-televisión, correos electrónicos en cadena, campaña negra, rembertos que urgen, en fin, un temporal de promesas, propuestas y también insultos, que no podrá ser mitigado ni evadido.
Ya hay algunos chaparrones tempraneros como la enorme cara de un candidato hondureño que quiere ser alcalde de Antiguo Cuscatlán, la cual aparece como nubarrón cada dos vallas en toda esta ciudad, acompañada de una de las canciones más desesperantes escuchadas en años recientes en la radio. No mencionaremos su nombre pero no es coincidencia que su nombre rima con “aguas”.
Pero también recibimos desagradables lloviznas todos los días, de parte de alcaldías pintadas con colores de su partido, cerros completos de colores innaturales, leyes impuestas con beneficio exclusivamente partidario, entre otros chubascos extemporáneos.
¿Es esto marketing o es propaganda? Marketing según Phillip Kotler es “el proceso social y administrativo por el que los grupos e individuos satisfacen sus necesidades al crear e intercambiar bienes y servicios”. Propaganda es definida por Richad Alan Nelson como “una forma intencional y sistemática de persuasión con fines ideológicos, políticos o comerciales, con el intento de influir en las emociones, actitudes, opiniones y acciones de los grupos de destinatarios específicos a través de la transmisión controlada de información parcial (que puede o no basarse en hechos) a través de los medios de comunicación masiva y directa”. Aquí entra la palabra ideología, materia prima del político y donde se marca la diferencia.
Es curioso que quienes manejan una campaña o están detrás de un candidato, lo llaman marketing político, mientras quienes somos las víctimas del acoso mediático, lo llamamos propaganda. Los políticos se ofenden iracundamente si se llegase a categorizar su comunicación como propaganda, pero sí son prestos a encasillar lo que sus opositores hacen como “con fines ideológicos”. No importa si son de derecha o de izquierda o de adelante o de atrás, lastimosamente esta práctica es la regla y no la excepción.
Una realidad es que la intención no es vender, sino todo lo contrario: comprar. En una elección, lo que la comunicación busca es que la gente les entregue su voto. El bien transable o el servicio a proporcionar es el sufragio, y quien lo tiene que entregar no es quien comunica, sino la audiencia: el ciudadano.
Y no se puede decir que el votante compra un servicio con el voto, pues una vez se le entrega al político, la mayoría de estos desaparecen junto con sus promesas y compromiso con la gente. Definitivamente no hay transacción ya que la operación es unidireccional.
Tampoco hay albergues que nos protejan de la furia de esta tormenta por lo que es mejor solo aguantarla, pensando en que pronto acabará, aunque siempre hay que esperarla de nuevo el año entrante. Pregunto una vez más, ¿la comunicación política en El Salvador, es marketing político o propaganda? Espero que durante esta próxima campaña cada quien saque sus propias conclusiones, y procuremos no agarrar alguna enfermedad por este clima.
René Hernández
Director de Comunicaciones de FUSADES. Docente de la Escuela de Comunicación Mónica Herrera. ECMH alumni
Chino, Me parece interesante que toques el tema, y me disculpo anticipadamente si mi comentario es más general que sobre si corresponde a marketing politico o a propaganda el desorden de nuestros partidos politicos.
Las campañas electorales tienen más fondo y desnudan nuestra realidad. Todas las camisetas, banderines, paredes manchadas, papeles pegados, ataques contra los mensajes de otros, violencia electoral, son más de lo mismo; más de lo que hemos permitido que nos defina como país y como pueblo.
Somos un pueblo que le gusta quejarse, pero hacer poco, somos gente que nos sentimos más por criticar a los gobiernos (izquierda, derecha adelante o atras como decis), pero somos parte integral del problema. Hablamos de los corruptos, pero tenemos colección de discos pirata en las casa, hablamos de orden, pero tiramos basura por la ventana, celebramos la viveza del salvadoreño por adelantarse en una fila o cuando se “bajan” a alguien con un precio más caro; así somos los salvadoreños; celebramos nuestras propias desgracias!
Nos hemos convertido en payasos; y nos quejamos de la condiciones del circo, pero no queremos dejar de ser parte del show. Las campañas electorales son parte de este circo, y es cuando los payasos, eligen a los nuevos administradores, de los cuales sabemos todos, que ninguno servira!
Las campañas no son una fiesta civica, son una fiesta privada que montan la pobre clase politica de nuestro país. No hay reglas que controlen la fiesta (Precisamente porque es su fiesta), y si ponen reglas, se las pasan por donde no pega el sol. Creo que ya basta y debemos de exigir más, debemos de ser más individualmente y buscar rescatar este país de la rutina en la que ha caído. Rutina que nos tiene en coma.