Jugar para aprender
Cuando estaba pequeño, mis tíos eran lo mejor que un niño como yo, podía tener cerca; adultos jóvenes que gastaban su dinero en tecnología, gracias a ello, desde que tengo memoria jugaba Atari 2600 o Prince of Persia en un monitor monocromático y un teclado de esos que sonaban a máquina de escribir, color beige saturado.
Recuerdo dos momentos diferentes en mi vida con estas interacciones: el primero, cuando jugaba “Tennis 2600” con mi papá, en una pequeña y rústica competencia de agilidad mental, traducida en pixeles en un televisor que simulaba el deporte; el segundo, al terminar Half Life (1998) que fue la primera vez que sentí que me había atropellado un bus de sensaciones y emociones diferentes al concluir una historia larga y compleja. Era algo que no había experimentado antes con ninguna película y, por su duración, comparable quizás con algún par de libros, pero no con la misma intensidad. Fueron emociones reales con un mouse y un teclado frente a un monitor.
Una síntesis de ese recuerdo se me viene a la mente por fracciones de segundo cuando a los “juegos de video” les llaman “juegos de video”. Desde una óptica muy personal, creo que son mucho más que eso.
Los juegos de naturaleza narrativa son una forma alternativa de consumir una historia con el nivel de riqueza, detalles e inmersión de un libro y la capacidad dinámica de comunicación de una pieza cinematográfica. Para mí, son historias interactivas y, como tales, experiencias que recomiendo desestigmatizar y vivir para que sirvan como inspiración creativa o como mero entretenimiento según sea el objetivo.
La relevancia que esta industria ofrece en la actualidad no es para nada desestimable para el sector inversión. La industria global de videojuegos ha sobrepasado por mucho margen, a las dos industrias que antes dominaban el mercado del entretenimiento. Para 2020, el mercado estaba valorado en 159.3 billones de dólares, mientras que la música y el cine estaban en 19.1 B y 41.7 B, respectivamente, según un reporte de Super Data Research.
La industria del gaming abre oportunidades laborales y de desarrollo global en diferentes ramas artísticas y tecnológicas que ya son de manejo cotidiano por las generaciones actuales que estudian carreras afines.
El sector de storytelling ofrece posibilidades narrativas que no se pueden experimentar en otros medios, por ejemplo al hacer que la historia vaya al ritmo de la persona que la experimenta o someterse a estímulos visuales y sonoros para empatizar con patologías psiquiátricas, por ejemplo Hellblade: Senua’s Sacrifice o ahondar en primera persona con experiencias de ansiedad y superación de la depresión como Celeste, hasta interactuar con situaciones y lugares históricos en escenarios moldeables como (Civilization y Assassin’s Creed, por mencionar algunos, pero en su mayoría se encuentran historias para todos los gustos y emociones.
Para 2023, las formas de inversión/gasto de tiempo (el tiempo es el recurso más caro) son variadas, pero dentro de las opciones digitales, recomiendo explorar opciones interactivas para aprender, crear y finalmente, tal y como la RAE lo dice, para divertirse.
Mario Soundy
Docente Tiempo Completo