Flashback a los tiempos “Mónicos”
“Debemos promover a las personas creativas, sabias, con sentido común y éticas. Esos son los nuevos talentos”.
Esa reflexión, que parece casi una obviedad, me resultó sorprendente y disruptiva en un ambiente laboral que le da tantísima relevancia a los aspectos técnicos o a la cantidad de especializaciones que una persona tenga.
El autor de la reflexión es el Dr. Robert Sternberg, un simpático psicólogo estadounidense que, además de ser un excelente conferencista, cuenta con 13 doctorados honorarios y es el autor de más de 1600 publicaciones que guardan relación con la inteligencia, la creatividad, estilos de pensamiento, aprendizaje y enseñanza, amor, odio y sabiduría.
A principios de enero, el Dr. Sternberg dictó una conferencia sobre liderazgo y creatividad en la Universidad Católica de Chile dirigida a la alta dirección de empresas y estudiantes del Magister en RRHH de la misma universidad. Durante sus dos ponencias, el Dr. hizo muchísimo énfasis en la relevancia de la creatividad, la sabiduría, el sentido común y la ética como competencias esenciales en un profesional.
Retando el actual sistema de evaluación escolar y de selección en las empresas, el Dr. criticó duramente a las pruebas o exámenes que son herramientas que miden únicamente una habilidad muy técnica, poco práctica y sin mucha relevancia en el intrincado mundo laboral. Ahí, en el planeta llamado trabajo, las habilidades que realmente diferencian a un profesional de otro tienen que ver con esos cuatro atributos que no me cansaré de repetir: creatividad, sabiduría, sentido común y ética.
El Dr. Sternberg hizo mucho énfasis en no interpretar la sabiduría como conocimiento técnico, sino como conocimiento práctico. Un profesional que no solamente conozca los conceptos, sino que sepa cómo aplicarlos de manera creativa, adaptándose al contexto, de forma ética. Para esto es necesario que los profesionales tengan sentido común, para saber leer el ambiente, para actuar cuando es necesario, siendo prudentes con los involucrados, pensando siempre en las consecuencias de sus propuestas.
Mientras escuchaba estas declaraciones que, en verdad deberían resultar OBVIAS, pero que, precisamente por su poca aplicación en la vida real no dejan de sorprender, muchísimos recuerdos llegaron a mi mente: empecé a hacer un flashback a mis tiempos en la universidad.
Durante 5 años de formación nos tiraban a la piscina, anteponiendo el valor de lo práctico ante lo teórico: haciendo casos, durante los puertos, con repentinas y talleres espontáneos, que ahora sabemos calan mucho más profundo que estudiar para un examen. Recordé aquellos focus group y entrevistas que poco a poco se fueron volviendo más necesarios y menos engorrosos.
Durante 5 años nos repitieron hasta el cansancio la necesidad de ser creativos, de no repetir las fórmulas, que cada cliente era distinto, que cada caso requería un análisis nuevo.
Durante 5 años nos motivaron a crear experiencias y para eso era necesario ponernos en el lugar del usuario, del cliente, utilizando el sentido común para generar propuestas “user friendly”. Durante 5 años nos advirtieron sobre la absurdez del plagio, el valor de la diversidad de opiniones, de edades, de gustos; sobre la necesidad del trabajo en equipo y el respeto al trabajo del otro; sobre la relevancia de una fuente bien citada y de un insight real.
Nunca valoré tanto la fórmula de enseñanza-aprendizaje de la Escuela como ese día, mientras escuchaba al Dr. Sternberg relatar lo que a mí me inculcaron durante 5 años…como el ideal.
Ahora, casi 5 años después de graduarme de la Licenciatura en Comunicaciones Integradas de Marketing continuaré trabajando por convertirme en ese profesional que recoja los 4 atributos que tan obvios parecen, pero que tanto cuesta encontrar: creatividad, sabiduría, sentido común y ética.
Y a los que en estos momentos están en la sala arcoíris, la sala roja o cualquiera de las aulas de la Mónica que no entiendan por qué la escuela es tan rara…algún día les hará sentido.
Leda Romero
ECMH alumni