Pandillas, transparencia y conversaciones pendientes
La publicación del periódico digital El Faro acerca de una supuesta negociación del gobierno salvadoreño con las dos principales pandillas para reducir el número de homicidios ha ocupado buena parte de las conversaciones públicas y privadas del país en los últimos diez días, llegando a trascender nuestras fronteras con algún nivel de notoriedad (como ejemplo, notas de El País de España y Univisión).
Muchos análisis se han hecho ya y muchos más se harán desde la óptica de la política (casi siempre partidaria), la seguridad pública y hasta la religión. Lo que yo intentaré aquí es desarrollar algunas ideas desde una mirada comunicacional con el propósito de aportar a un debate necesario para el país.
Diferencias y coincidencias
El día de la publicación de El Faro inició un desfile de las más diversas opiniones sobre el tema. Desde los que declaraban un estado fallido hasta quienes tildaban al medio digital de traidores a la patria por sabotear las estrategias de seguridad. Como es de suponer, en un inicio la carga emocional de estas opiniones era alta.
Pero en los últimos tres días y a pesar de las áreas grises que aún hay sobre el tema (producto – a mi juicio – de las múltiples contradicciones en las versiones del Estado) percibo que se está llegando a un punto de coincidencia importante, que resumo de la siguiente manera: no se debe negociar con las pandillas pero sí dialogar, de manera transparente, para encontrar una solución.
Los más recientes debates televisivos y las opiniones vertidas en medios impresos y electrónicos se acercan a este punto de encuentro, que se caracteriza por tres factores: primero, una mirada sistémica al problema que indica que el conflicto social no se resuelve unilateralmente, sino a través de la interacción productiva de las partes en conflicto; segundo, hacer una tajante distinción entre negociación y diálogo; tercero, concebir la transparencia como un valor fundamental para que el sistema y el diálogo funcionen. El último punto es el que más me interesa destacar, pues es condición para que los dos anteriores tengan éxito.
La transparencia no es una moda, sino la base de una nueva cultura
Como muchos, he leído miles de tweets, pero a la fecha hay uno que es mi favorito:
Note to self: Openness and Transparency is the Peace and Love of our generation.
— benhuh (@benhuh) octubre 5, 2010
Estos pocos caracteres nos permiten comprender y explicar muchos de los sucesos y comportamientos que presenciamos a diario. Porque debemos reconocer que el mundo ya no es el mismo de hace unos años, mucho menos el de la Guerra Fría.
Conceptos como transparencia, cooperación y conversación, que utilizamos alrededor del fenómeno de la Web 2.0, son igualmente aplicables a muchas otras actividades que se desarrollan en la vida cotidiana, entre ellas, la política. Los ciudadanos exigimos cada vez con más ahínco transparencia y esto requiere que los gobiernos adopten “otra” forma de hacer comunicación. El secretismo ya no es un recurso válido, principalmente cuando se le trata de aplicar a problemas de tanto impacto y tan complejos como las pandillas.
Wikileaks nos mostró un camino del que no hay retorno. El de una nueva cultura fundada en el acceso a la información.
Y ahora, ¿qué sigue?
Obviamente no sé cómo terminará esto. Lo que sí sé es que hay bases sobre las cuales trabajar, siempre y cuando se cumplan las siguientes condiciones: Primero, mantener a la política partidaria fuera de la discusión, tanto para lo positivo como para lo negativo. Lo último que necesitamos son ataques y contra ataques con propósitos electorales, ya sea por parte de los propios partidos políticos o de medios de comunicación.
Segundo, abordar el problema con transparencia. Repito: transparencia. Esto requiere de una gestión estratégica de la comunicación muy diferente a lo que el Estado nos tiene acostumbrados. Debe pasarse del “¿qué decir para quedar bien?” al “¿qué hacer para construir y compartir significados?”.
Utilizando la terminología del enfoque interaccional de la comunicación, hay que transitar del nivel comunicacional básico (el contenido) al meta comunicacional (la relación que se establece en un contexto determinado).
Tercero, mantener bien marcada la línea que divide el diálogo de la negociación. En este sentido destaca un principio que debe respetarse bajo toda circunstancia: la responsabilidad individual. Una sociedad de personas libres se fundamenta en la condición que cada individuo debe asumir las consecuencias de sus actos, sin excusas ni contemplaciones. Si esto se logra, hay razones para el optimismo.
Ideas finales
Una de los cambios más visibles que la cultura 2.0 nos ha traído es el rol de los medios de comunicación. De fuente noticiosa a curadores de noticias, dicen algunos. Aquí otro de mis tweets favoritos:
. @khrisloux at #w2e: “News orgs are moving from preaching the news to curating the news.” — Monica Guzman (@moniguzman) septiembre 29, 2010
Y es que para los medios de comunicación es cada vez más difícil imponer una agenda. Con mayor frecuencia su trabajo se ve determinado por las conversaciones que ya se encuentran sucediendo en las redes sociales.
Es por esto que merece la pena felicitar a El Faro por abordar temas de los que pocos hablan y, en este caso particular, obligarnos a asumir una conversación que como sociedad tenemos pendiente.
Federico Harrison
Rector de la Escuela de Comunicación Mónica Herrera. ECMH alumni
Me gusta mucho tu artículo Federico. Muy articulado y muy enfocado a la comunicación, vertiendo conceptos que, aunque no lo dices, son de ciudadanía 2.0