Ser, ser humano, ser consciente: ser ciudadano
El fin supremo del hombre es vivir de conformidad a la naturaleza,
que es lo mismo que vivir según la virtud a que la naturaleza nos conduce.
Zenón de Citio . ‘La naturaleza humana’
Actualmente se fomenta la búsqueda de acciones tendientes a la construcción de ciudadanía como paso indispensable para la conectividad social, el desarrollo económico y social, el combate a la violencia y la armonía con el medio ambiente como tabla de salvación para recuperar el equilibrio perdido por la Humanidad en la desenfrenada búsqueda de más productividad y mayores ganancias económicas como único fin de la actividad humana.
Se adjudica a la comunicación masiva y a la escuela institucionalizada la enorme responsabilidad de encontrar respuestas de corto plazo a un problema de larga data. Complejo, complicado, de alcances globales y originado partir de la conquista, sometimiento y explotación del hombre por el hombre. Y son las múltiples formas en que la ambición y la codicia se han refinado, las que han relegado como postrera prioridad la esencia humana como fin último de su quehacer. (No puedo negar mi élan vital humanista).
Para solucionar ese problema de alcances globales, de poco o nada sirven los análisis diacrónicos o los diagnósticos sincrónicos locales, regionales, continentales o mundiales. Tampoco ayuda buscar responsables en los gobiernos locales, los imperialismos políticos o económicos, la voracidad empresarial y la injusrticia social. Responsables somos todos. Los que estamos y los que han sido.
Desde la mirada humanista a ultranza, las respuestas no están fuera del Hombre – como género y como individuo- y las técnicas, tácticas y acciones dictadas como prácticas sociológicas o antropológicas pueden crear sets y habits, pero no generar cambios en los niveles superiores de conciencia: ser humano, ser consciente
Como lo proclaman desde Aristóteles y Zenón de Cilio de la época helénica, Kant en el Siglo XVIII, a Zubiri y Ellacuría en la segunda mitad del Siglo XX, la íntima y profunda convicción ética debiera ser el imperativo categórico como medio operativo para modificar el comportamiento trastocado, alterado, que perturba actualmente a la sociedad. Los cambios en lo externo sólo son auténticos y perdurables en el tiempo cuando proceden del ser inmanente.
Todo acto humano está enmarcado en principios filosóficos y en fundamentos teórico científicos. Y al igual que en el principio jurídico “nadie puede alegar ignorancia de la Ley”, nadie puede evadir su responsabilidad con su entorno, con su bienestar y con el de sus semejantes: ser ciudadano.
A ese respecto, Ellacuría expresa que “tanto teórica como prácticamente el hombre ha de habérselas con la realidad y en ese habérselas –hacerse cargo de la realidad, cargar con ella y encargarse de ella- se le irá descubriendo lo que ella es en realidad, lo que ella es y el sentido que le corresponde junto con las posibilidades reales de transformación de esa realidad, de ese ser y de ese sentido”.
Desde aula en todos los niveles educativos y desde la comunicación en todas sus formas, se puede contribuir a generar interés, despertar la conciencia, persuadir y convencer para que se produzcan los cambios evolutivos y el crecimiento interior de cada persona. Adicionalmente, las acciones de colectivos de diferentes índoles pueden completar el desarrollo integral a que debe aspirar todo ser humano.
Ambos retos tienen niveles elevados de dificultad. Pero se puede hacer. Para muestra, en comunicación hay actualmente campañas como SER MEJOR, YO QUIERO y la revista HECHO EN POSITIVO; y en el aula, nuestra querida Escuela que con su metodología característica estimula la creatividad y la búsqueda de la prístina arete.
Eva Cruz
Docente de la Escuela de Comunicación Mónica Herrera