Un debate interno sobre las redes sociales. Parte 1.
La vertiginosa expansión de la web 2.0 y su impacto en nuestra cultura y forma de hacer negocios han abierto nuevas áreas de desarrollo profesional que hasta hace algunos años no imaginábamos. Ocupaciones como community manager y social media strategist son cada vez más comunes en organigramas y tarjetas de presentación.
Pero como toda ocupación que aspira a convertirse en profesión, es necesario el desarrollo de un marco teórico y conceptual sólido que oriente su práctica.
Para aportar de alguna manera a la profesionalización de estas ocupaciones me pareció interesante desarrollar un pequeño debate interno alrededor de uno de los conceptos insignias de este fenómeno: las redes sociales.
El debate consistirá en la exposición de dos posturas opuestas. La primera – desarrollada en este post – afirmará que Facebook y Twitter (por ser las más comunes) no son redes sociales, sino simples dispositivos tecnológicos. La segunda – que presentaré en los próximos días – sugerirá que cada una de estas aplicaciones es una red social en sí misma.
El propósito de esta discusión es el de estimular la reflexión y análisis. A fin de cuentas, no se puede llegar a ninguna parte sin las ideas claras.
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Postura #1: Facebook y Twitter no son redes sociales
Afirmar que lo son equivale a aseverar que el estadio Santiago Bernabéu es el fútbol, el Yankee Stadium el béisbol o el museo Louvre el arte. Aunque la vinculación entre el contexto y el contenido es ineludible, no debe confundirse uno con el otro. Facebook y Twitter son simplemente plataformas tecnológicas que facilitan la configuración de redes sociales, es decir, de personas unidas por alguna razón.
El fenómeno de las redes, en términos generales, no es para nada nuevo; ha sido ampliamente estudiado por disciplinas tan variadas como la matemática o la biología. Su aplicación al ámbito de la sociedad y la cultura tampoco es nueva. De hecho, su base teórica puede encontrarse en la Teoría General de Sistemas, difundida a mediados del siglo pasado.
Para efectos de este análisis entenderemos redes sociales como un conjunto de personas relacionadas entre sí de un modo particular.
Para demostrar que lo que hoy – gracias a la web 2.0 – llama nuestra atención sobre el comportamiento de las redes sociales es materia ya estudiada, haré una breve reseña de algunos de los conceptos expuestos por el profesor de sociología de la Universidad de Columbia (Nueva York) e investigador de Yahoo! Research, Duncan J. Watts en su libro Six Degrees: The Science of a Conected Age, publicado en 2004, mientras Facebook se encontraba aún en pañales. Estos conceptos resultan de mucha utilidad para comprender las dinámicas de las redes sociales, independientemente de si se vinculan cara a cara o a través de dispositivos tecnológicos:
Sincronía: comportamiento uniforme a partir de las interacciones de los individuos, por ejemplo, al hacer “la ola” en un estadio. El comportamiento de todos los participantes es similar y surge de la observación recíproca.
En Twitter es fácilmente observable en los Trending Topics y en el uso de hashtags populares.
Mundo pequeño: se basa en el famoso experimento de Stanley Milgram de 1967 en el que se concluyó que todas las personas se encuentran separadas por solo seis grados o personas diferentes.
Las aplicaciones como Linkedin y las ya mencionadas Facebook y Twitter nos permiten establecer lazos con otras personas rápidamente, ampliando nuestra red personal y acercándonos a prácticamente cualquier persona del planeta.
Vínculo débil: sugiere que la propagación masiva de información (o de una enfermedad, por ejemplo) está sujeta a vínculos ocasionales entre personas de grupos tradicionalmente diferentes, más que a la fuerza de los lazos al interior de uno de los grupos.
¿De cuántas cosas no nos hemos enterado a través de algo que alguien – a quien posiblemente no conocemos personalmente – escribió en el muro del Facebook de un amigo nuestro?
Dinámica: una de las características principales de los sistemas abiertos – y las redes sociales lo son – es que son dinámicos; se encuentran en un estado de cambio permanente producto de su interacción con el entorno.
Nuestra red de amigo y de personas a quienes seguimos o son seguidoras nuestras se encuentra en constante evolución.
Aleatoriedad: las redes a las que pertenecemos se configuran de manera aleatoria. Si bien es cierto hacemos un esfuerzo más o menos conscientes por vincularnos con ciertas personas de acuerdo a intereses comunes, resulta imposible saber quiénes estarán en nuestro círculo íntimo en los próximos años.
Nadie podría predecir con certeza a quiénes seguirá y quiénes serán sus seguidores en Twitter en los próximos seis meses.
El propósito de exponer estos conceptos es sencillamente el de mostrar que ya existe un cuerpo teórico y una base conceptual sólida que podemos utilizar para comprender lo que sucede – de manera más acelerada – en el contexto de la web 2.0 y las aplicaciones tecnológicas arriba mencionadas.
Facebook y Twitter son, como lo dije al inicio, simples plataformas que las personas usan para formar sus redes, pero no son redes en sí mismas.
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En la próxima entrega presentaré el otro lado de la moneda, afirmando que Facebook y Twitter sí son redes sociales en sí mismas y que deben estudiarse como fenómenos con características propias.
Federico Harrison
Rector de la Escuela de Comunicación Mónica Herrera. ECMH alumni