En esta entrada sigo escribiendo algunos aprendizajes académicos y personales que he tenido con algunos profesionales que fueron mis maestros y maestras en la Escuela. Posteriormente, estas experiencias han contribuido en mi carrera como docente en la Institución. Ahora escribo sobre Francisco Quezada. 

Francisco tuvo una gran trayectoria como cineasta. A partir de 1970 inició su trabajo en televisión nacional, además incursionó como documentalista cubriendo el proceso de guerra de nuestro país, participó en diversas organizaciones sociales, trabajó en publicidad y fue docente universitario.  

Siempre recuerdo que, aunque estuviera lloviendo muy fuerte, Francisco estaba puntual y listo para iniciar la clase a las 7:00 a.m. Nos esperaba en la puerta del salón. Nos daba la bienvenida y nos preguntaba qué tal estábamos. Sus clases estaban llenas de muchas anécdotas que ilustraban los temas a desarrollar en la materia de taller audiovisual. 

A la hora en que nos compartía temas puntuales del programa de estudio de su asignatura procuraba que la última palabra la tuviéramos nosotros. Es decir, que nosotros completáramos el proceso de aprendizaje. Francisco implementaba dinámicas para que con nuestra experiencia asignáramos la última pieza para que el proceso estableciera un diálogo. En ese sentido, el docente no es una figura autoritaria que sabe más que el estudiante, sino que el docente facilita procesos y herramientas. Es un colega del estudiante. De esta manera, en las clases de Taller Audiovisual nosotros cocreábamos el contenido de la cátedra. Incluso, en algunas evaluaciones, nuestro rol era evaluar el trabajo de los otros equipos. 

Los procesos educativos en la actualidad requieren un trabajo colaborativo entre el docente y los estudiantes. Ambos aprenden y desaprenden y, con sus puntos de vista, enriquecen el programa de estudio en una conversación permanente. 

En estos días que hemos tenido lluvia, me he acordado de Francisco. Como decía Borges: 

¨la lluvia es una cosa que sin duda sucede en el pasado.
Quien la oye caer ha recobrado el tiempo…¨.

Y sí, con esta lluvia he recobrado mis días como estudiante en las clases de Francisco Quezada. Todo lo que aprendí con él intento utilizarlo en mi trabajo como docente. Me lo imagino siempre esperándome con un buen apretón de mano en la entrada de la sala de clase.