Detalles que comunican

Ayer un amigo subió a Facebook la foto que acompaña a esta nota. Una escena vergonzosa, pero más aún por lo frecuente que presenciamos situaciones similares en nuestro país. Escenas que – lejos de verlas como parte de un triste paisaje – debemos analizar en su valor comunicativo. “Todo comunica”, solemos decir los comunicadores. Pues bien, ¿qué nos comunica esto?

Sin pretender hacer un juicio a los propietarios de estos vehículos (a lo mejor tenían motivos justificados para bloquear un estacionamiento de discapacitados), deduzcamos algunos mensajes que hay detrás de hechos como éste:

“Mis derechos son más importantes que los tuyos”

“Yo elijo hasta dónde llegan mis derechos”

“Soy especial, merezco hacer lo que me plazca”

“¡¿Y qué?!”

Estos mensajes son los mismos que emitimos cuando, por ejemplo, llegamos tarde a una reunión, detenemos el tráficos para cruzar por la doble línea amarilla o cuando sobornamos a un funcionario público para que nos favorezca en un trámite. Estoy seguro que el lector podrá aportar muchísimos ejemplos más.

El resultado de interacciones y relaciones construidas a partir de este tipo de mensajes es, sin duda, un entramado social caracterizado por el irrespeto y el conflicto

 

Los efectos de la comunicación

Todo acto comunicativo genera un impacto en los otros; a veces pequeño, a veces grande. Y cuando un acto se repite consistentemente hasta el punto de convertirse en una pauta habitual de acción o interacción, estamos frente a lo que Peter Berger y Thomas Luckmann (1968) llamaban una institución. Las instituciones, de acuerdo con ellos, “controlan el comportamiento humano estableciendo pautas definidas de antemano”  (pág. 74). En cuanto a la relación de los individuos con las instituciones que los rodean, estos autores afirman lo siguiente:

“Las instituciones, en cuanto facticidades históricas y objetivas, se enfrentan al individuo como hechos innegables.  Las instituciones están ahí, fuera de él, persistentes en su realidad, quiéralo o no: no podemos hacerlas desaparecer a voluntad” (pág. 80).

A modo de síntesis, podemos afirmar que el intercambio consistente de un tipo de mensaje construye – con el paso del tiempo – una institución o costumbre que damos por válida sin cuestionarla.

 

¿La solución? Nuevos mensajes, nuevas interacciones, nuevas instituciones

En El Salvador estamos entrando en un nuevo periodo electoral en el que seguramente resurgirán llamados, slogans y/o consignas invocando nuevos acuerdos de paz o un nuevo pacto social o un gran proyecto de país. Muchos ciudadanos exigiremos cambios y transformaciones en la sociedad, como si la sociedad fuera un ente concreto capaz de cambiar. Esta idea de que la sociedad puede modelarse es producto de confundir la abstracción (un concepto) con la realidad que se está abstrayendo. Conceptos como sociedad o estructura social son creaciones teóricas útiles para analizar algunos fenómenos que nos rodean, pero de poco valor para delinear planes y acciones.

La idea de que la ‘sociedad’ solo puede ser comprendida desde la individualidad de la acción racional se conoce en ciencias sociales como individualismo metodológico, y ha sido defendida, con distintos matices, por destacados sociólogos y economistas como Max Weber, Friedrich Hayek y Anthony Giddens. En palabras de este último, “la búsqueda de una ‘explicación estructural’ es fútil y quizás hasta perjudicial” (Giddens, 1984, pág. 214).

Entonces, si reconocemos que lo único real son los individuos y las relaciones que estos establecen entre sí, resulta más factible pensar que los grandes acuerdos nacionales deben partir por pequeños acuerdos entre las personas, tan básicos como el respeto a la propiedad y el derecho del otro. Es decir, modificar los mensajes que intercambiamos para construir instituciones positivas y productivas. Son estos pequeños detalles de comunicación los que pueden hacer la diferencia. Los planes y proyectos ‘de país’ caerán por su propio peso si los individuos – cada uno de nosotros, sin excepción – hace la pequeña parte que le corresponde.

 

Fuentes bibliográficas

Berger, P. L., & Luckmann, T. (1968). La construcción social de la realidad. Buenos Aires: Amorrortu.

Giddens, A. (1984). The Constitution of Society. Los Angeles: University of California Press.

Federico Harrison

Rector de la Escuela de Comunicación Mónica Herrera. ECMH alumni

6 comentarios en “Detalles que comunican

  1. Gabby Méndez on

    “…modificar los mensajes que intercambiamos para construir instituciones positivas y productivas. Son estos pequeños detalles de comunicación los que pueden hacer la diferencia.” Mi parte favorita…buena publicación Fede. Me sentí avergonzada cuando vi esta fotografía el día que la postearon. Pena ajena…es momento de cambiar.

  2. Renan Palma on

    Totalmente de acuerdo Federico, siempre he pensado de la misma manera y con el mismo concepto: Para exigir cambio, se debe empezar por uno mismo dando respeto; una palabra que es muy fácil mencionar, pero muy difícil de cumplir ya que estamos acostumbrados a lo contrario. El Salvador no cambia a mejor, simplemente por que muchos, no quieren que lo haga, a pesar de que ellos no lo sepan aún. Muy buena publicación.

  3. Pingback: FONAT: la solidaridad no es la solución

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *